¿FRACASO ESCOLAR IGUAL A DELINCUENCIA?
El fracaso escolar ha existido siempre y no
ha sido por alta de ayudas.
En épocas anteriores la escolaridad era
obligatoria, ayudando en talleres de formación para su integración posterior a
trabajos fuera de una carrera universitaria.
Las personas, no solo los jóvenes que han
querido formarse, se las han ingeniado preparándose, estudiando y trabajando a
la vez, adiestrándose en tiempos libres y más hoy con la nueva tecnología; con Internet
tenemos la escuela prácticamente en el
sofá de casa, otros se han apuntado a todos los cursos gratuitos que han creado
los ayuntamientos y centros sociales, Inem etc.…
A muchos jóvenes acudir a la escuela o centro
de formación no les ha convencido demasiado, han esgrimido en su defensa que no
eran aptos para estudiar y preferían trabajar, ganar dinero rápido para sus
gastos.
Evidentemente, no todo el mundo es capaz de
todo, pero el esfuerzo y la voluntad es el cincuenta por ciento del triunfo,
estos jóvenes han hallado la puerta abierta de sus hogares, no encontrando
ninguna presión por parte de sus progenitores los cuales se han conformado con
la nueva situación.
No digo que toda la culpa sea de los padres o
tutores, pero si la gran mayoría; el crear en nuestros jóvenes una obligación,
unas normas y una severidad bien entendida que les ha llevado a darles toda la
libertad del mundo y no presionarles demasiado
para evitar causarles traumas profundos.
Pero el trauma llega cuando pasan horas
muertas en Internet, juegos y chats en los móviles o en la esquina de su calle,
cuando cada vez que necesitan algún capricho, papá o mamá abren la mano para el
pobre hijo.
La acción normal para esos jóvenes que han
suprimido de sus vidas los valores, obligaciones en la sociedad, respeto a los
mayores o respeto hacia lo ajeno, carece de total importancia despreciando
consejos y oportunidades que haya que sacrificarse un mínimo; Sus necesidades
van en aumento, sumándoles el aburrimiento y la frustración, el camino más fácil
siempre ha estado en las calles y las malas compañías que entraran fácilmente en sus cerebros poco entrenados
para pensar, razonar y diferenciar el bien del mal, justamente el mal es más
atractivo y fácil.
¿Es culpa de la sociedad y de los mayores?
Pues sí, de todas todas, hemos instituido que las leyes del respeto y la
disciplina sean de otros tiempos, anticuado, los padres se enfrentan a los
profesores defendiendo a sus cachorros sin la información necesaria ni la
coherencia que debería regir en ellos dándoles así ejemplo de razonamiento y
entendimiento.
No es necesario nunca sacar el cinturón ni la
regla para golpear dedos malcriados, tampoco el bofetón gratuito convirtiéndose
en una pésima costumbre que no sirve para nada, solo para demostrar el poder de
los mayores, llegando a convertirse en inútil, las palabras llegan más lejos
que la violencia.
Pero si nosotros los padres educamos y
concienciamos a nuestros hijos, que la libertad es fundamental en todo ser
humano pero que va unida al respeto, la tolerancia, la disciplina y las obligaciones
que requieren nuestros actos, que los profesores son profesionales que nos
enseñan e ilustran merecen todo el respeto que merecen en su labor, tal vez
esta chulería con que los alumnos se presentan ante sus educadores y otros
competitivos sería de otro color.
La educación a cualquier nivel empieza en
nuestras casas y sigue en las escuelas y centros de formación; De familias muy
humildes han salido hijos con una educación exquisita porque ha heredado y
absorbido de sus hogares, ese respeto y valores que ha crecido día a día en sus
mundo interior y exterior.
La economía ayuda a realizar mayores
proyectos pero no siempre son la base, la base es el núcleo familiar que debe
transmitirles todo lo bueno y no solo la rebeldía y anarquismo.
Los hijos no sufren con una buena educación
sino todo lo contrario, las consecuencias son muy diferentes.
Tendríamos que reeducar a los progenitores y
educadores, también a nuestros políticos que imponen constantemente leyes
absurdas y equivocándose gravemente en cuanto se refiere a la educación.
Esther.
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